
Criarme en el campo ha sido un privilegio para mí… tuve la oportunidad de vivir en el ámbito natural, respirar el aire puro, ver los animales y las plantas crecer y disfrutar de todo lo que la madre naturaleza nos ofrecía en aquellos tiempos.
Hace cuarenta años, en el pueblo donde nací, todas las familias tenían un trozo de tierra en el que cultivaban vegetales y legumbres para comer y plantaban árboles frutales. De los cultivos se aprovechaba tanto para comer como para alimentar a los animales y para hacer abono.
Algunas frutas se consumían en la temporada de verano y otras se guardaban para el invierno según sus variedades. También se preparaban mermeladas caseras y almíbar que duraban hasta el próximo año sin aditivos ni conservantes. Las manzanas, frutas de mi niñez, eran las que más aguantaban. De hecho, las más tardías se guardaban para el invierno en cajas de madera entre capas de papel de periódico en lugares frescos.
Las setas y algunos vegetales se guardaban en conservas. Otros, en cambio, se ponían a fermentar (los pepinos, la col, los tomates verdes y rojizos). La comida casera y los postres que se preparaban ocasionalmente eran la base de la alimentación. Todas estas prácticas pasaban de generación a generación.

En aquellos tiempos había muy pocas enfermedades y la gente tenía energía y fuerza para trabajar a lo largo del día sin necesidad de tomar suplementos. Se recogían plantas medicinales para infusiones y jarabes con las que se trataban desde un resfriado común hasta alguna que otra afección severa. Las pocas dolencias que aparecían se curaban a base de masajes y remedios caseros.
Otras de las prácticas de aquellos tiempos era la crianza de animales cuyo ciclo de crecimiento era más lento al alimentarse de una forma natural a base de cereales y pasto. Sin embargo, hoy en día los animales se alimentan, entre otras, con hormonas y antibióticos con lo cual de una forma indirecta los consumimos y repercuten en nuestra salud. De hecho, hay varios estudios que demuestran que el consumo de productos animales es la causa de varias enfermedades modernas.

Con los años, el estilo de vida ha cambiado y las costumbres se han ido perdiendo poco a poco… El ritmo de vida que llevamos nos hace estar cada día más cansados, estresados, sin fuerza y más predispuestos a coger enfermedades. En realidad, necesitamos poco para vivir de una manera consciente y equilibrada tal como eran nuestros abuelos o bisabuelos. Lo único es que deberíamos adaptarnos a ese estilo de vida.
En definitiva, quiero animaros a cambiar de hábitos, a volver a cocinar saludable, probar una dieta más bien basada en frutas, vegetales y cereales integrales de culturas ecológicas y disfrutar en lo posible de la naturaleza y sus beneficios.
La salud no lo es todo, pero sin ella, todo lo demás es nada.
Arthur Schopenhauer